Víctor Hugo dijo que no hay nada tan poderoso como una idea cuyo momento ha llegado. Sospecho que no pensaba en internet ni en las redes sociales, pero su frase es atemporal.
La de OpenID es sin duda una buena idea: consigue un nombre de usuario y una contraseña de una web en la que confíes (ej: tu ID de Yahoo!) y utilízalos para identificarte en cualquier otra web. ¿Ha «llegado el momento» de esta buena idea? Parece que sí: en el mundo de los webmails, la banca online o las webs de viajes (por no hablar de Amazon, Youtube, del.icio.us, Flickr, Facebook, LinkedIn, etc.) estamos saturados de usuarios y contraseñas. Yo suelo utilizar tres o cuatro habitualmente, pero al menos una vez al mes tengo que recurrir al «recordar contraseña» en aquella web que exigía que la contraseña empiece por un número y contenga mayúsculas y minúsculas.
La idea de OpenID es buena y parece que hay una necesidad clara. Sin embargo, creo que a la implementación actual le falta simplicidad: para el usuario medio, la utilización resulta confusa y genera incertidumbre… y eso es lo último que queremos cuando vamos a identificarnos tras leer acerca del último caso de Phishing.
La utilización de un estandar abierto y el poder elegir tu proveedor de confianza son dos grandes avances que explican en parte por qué la adopción de Microsoft Passport fue bastante limitada en su día. Sin embargo, de cara al usuario, Passport tenía a su favor una simplicidad extrema: por el bien de todos los que nos resistimos a apuntar las contraseñas en el post-it, espero que OpenID consiga ese mismo grado de sencillez.